Memoria de la Campaña de la Fundación Cirujanos en Acción Lima-Comas
5-22 de agosto de 2015
Tras la preparación habitual para estas campañas los meses antes, por fin nos reuníamos en T4 del aeropuerto del aeropuerto de Madrid los ocho integrantes que íbamos a realizar la campaña, Faustino, Pepe, Javier, Paco, Jesús, Iván, Vicky y Miguel.
Con un vuelo placentero y sin sobresaltos llegamos al aeropuerto de Lima, donde una funcionaria del Ministerio de Salud peruano nos estaba esperando para comprobar en la aduana que todo el material que traíamos estaba en perfectas condiciones. Y en la sala de espera nos estaba esperando Martha, nuestro contacto en Lima, con la que habíamos tenido contacto en la misión anterior y que nos había organizado toda nuestra estancia, sin dejar un cabo suelto, incluso durante el tiempo que ella no podía acompañarnos. Así que todos juntos nos dirigimos al minibús que nos habían preparado para llevarnos, a nosotros y a todo el material, a la que iba a ser nuestra casa los próximos 17 días, en el barrio de Collique, en el distrito de Comas de la capital peruana. Durante el trayecto nos empezamos a dar cuenta del tráfico tan particular de la ciudad, que lo confirmamos en los siguientes días donde recorridos que se hacía sin tráfico en las horas punta podía llegar a ser de hasta de tres horas.
Esperándonos en el hostal en el que nos íbamos a hospedar estaba uno de los dueños, Vladimir, que a partir de ese momento y junto con Martha se convirtió en nuestro guía en Lima, tanto en hospital, donde trabaja, sino también para cubrirnos las necesidades que nos iban apareciendo.
Al día siguiente fuimos al Hospital Sergio Bernales, donde hemos realizado nuestra misión. Allí nos recibieron con los brazos abiertos en una reunión con el director del hospital, el jefe de cirugía, la jefa de residentes, el jefe de anestesia, la jefa de enfermeras (licenciadas como allí las llaman) y miembros de los distintos servicios mencionados y de la dirección. Posteriormente nos llevaron a conocer los quirófanos y las consultas donde íbamos a trabajar, Puesto que ya tenían preparados bastantes pacientes, mientras un grupo nos pusimos manos a la obra para desembalar el material que habíamos traído y lo colocamos en el lugar que nos habían habilitado, otro grupo se puso a ver pacientes, con tal celeridad que empezamos a operar ese mismo día a los primeros seis pacientes, comenzado así lo que habíamos venido a hacer, después de tanto agasajo.
Tras terminar el primer día y llegar a casa (así es como nos sentimos a los pocos días de estar en el hostal, a pesar de sus deficiencias) nos llevaron a cenar al centro de Lima (aquí confirmamos el estado del tráfico de la ciudad) a cenar, con otra persona que se convirtió desde ese momento en nuestro transporte de cabecera, pero no sólo en eso, sino en la persona de referencia cuando Martha faltó: Roxana. En la cena comentamos las buenas sensaciones, presentíamos que en el hospital nos iban a dar todas las facilidades posibles para poder realizar nuestra misión con el mayor éxito posible.
A la mañana siguiente, tras degustar el desayuno que nos prepararía Vladimir todas las mañanas, cuando llegamos al hospital a ponernos a trabajar pudimos comprobar que esa disposición inicial que nos mostraron no era compartida por todo el personal, de tal manera que el segundo día no fue todo lo fructífero que nos hubiera gustado. Al ser viernes y suspender la actividad programada habitual el fin de semana, decidimos no realizar intervenciones durante el sábado y el domingo, que lo dedicamos a conocer Lima y Callao así como la famosa gastronomía peruana, y así no suponer una sobrecarga de trabajo para el escaso personal que se quedaba de guardia en el hospital
Al incorporarnos el lunes a realizar la campaña confirmamos que no todo iban a ser facilidades, que esas reticencias que habían aparecido la jornada anterior estarían presentes durante toda la campaña. Pero sin dejarnos llevar por el desánimo continuamos trabajando para esa gente por la que merecía la pena.
Después de las jornadas en el hospital en los momentos de descanso en casa, mientras Jesús nos preparaba los manjares de la cena que Faustino y Vladimir se habían encargado de traer, íbamos viendo cómo podíamos cumplir con nuestros objetivos. Así con nuestro trabajo y las conversaciones que mantuvimos con los distintos miembros del hospital pudimos ir aumentando progresivamente las intervenciones realizadas, hasta llegar a realizar esa semana 56 intervenciones.
Una de las personas que fomentó la colaboración fue Karina, una cirujana del hospital, que tenía unos casos complejos de proctología que sobrepasaban las posibilidades del hospital y como en el equipo hay especialistas en esa materia, Pepe les ayudó a intervenirlos.
Durante el fin de semana, que aprovechamos para conocer la ciudad de Cuzco y esa maravilla que es Machu Picchu, estuvimos viendo que posibilidades había para mejorar nuestro rendimiento los tres días que nos quedaban. Así los últimos días de la campaña pudimos aumentar la actividad gracias a que mejoró la colaboración del hospital y que decidimos parar a comer solo unos bocadillos, porque uno de los problemas era que perdíamos demasiado tiempo en la comida y terminábamos las jornadas demasiado tarde y el personal de quirófano no podía prolongar su jornada.
Al final pudimos ayudar a un total de 107 personas, todas ellas muy agradecidas por la intervención realizada. Y nosotros nos volvimos a Madrid sabiendo que dejamos algo de nosotros y algo más que amigos en Lima

