Misión en Nigeria. Awojobi Clinic Eruwa. 7 – 15 de octubre de 2016.
Ya estábamos de nuevo en el aeropuerto para comenzar la campaña. Íbamos a Eruwa, Nigeria donde algunos de nosotros estuvimos por última vez en 2012. Tras el fallecimiento tan repentino del Dr. Yombo Awojobi en abril de 2015, no había vuelto a haber misiones allí. El grupo lo formábamos 4 cirujanos generales (Francesco Cannizzaro del sur de Italia, Sandra del Barrio, Gada Housari y yo, Teresa Butrón), 2 anestesistas (Miguel L Vizcayno que repetía y Sonia Trabanco), y una enfermera quirúrgica (Celia Jiménez).
Los días previos habían sido muy ajetreados porque alguno de nosotros no teníamos el visado 48 horas antes de nuestra partida tras varias visitas a la embajada, finalmente se solucionó. Esos días estuvimos recopilando material y Andrew Kingsnorth nos envió mallas mosquiteras indias ya recortadas y esterilizadas para las hernioplastias. En el aeropuerto plastificamos las bolsas y las rotulamos, nos hicimos la foto de grupo y ya dimos por comenzada la campaña. Está vez el vuelo fue con escala en Casablanca donde nos encontramos con Francesco. Llegamos a Lagos a las 5.30 de la mañana y tras trámites de pasaportes y recogida de las bolsas de material salimos a la búsqueda del hijo mayor de Yombo, Yombo Jr, ingeniero que vive en Ibadan. Allí nos estaba esperando con una furgoneta y personal de seguridad que nos acompañó en todo el trayecto hacia Eruwa. Llegamos tras 3 horas de camino por una autovía muy transitada y deteriorada a causa de las lluvias que ahora se prolongan en el tiempo. Fuimos al hotel cercano a la clínica donde nos esperaba Tinu Awojobi, viuda de Yombo, nos acomodamos y tras una ducha reparadora con agua fría, nos dirigimos a casa de Tinu a tomar el desayuno a base de tortilla, tostadas, mantequilla y crema de cacahuete, café y leche. Repuestas las fuerzas, nos dirigimos a la clínica, al pabellón hernia que nosotros inauguramos en el 2012. Allí organizamos todo el material y comenzamos a ver pacientes. Era sábado y ese día operamos a 5 con hernias inguinales y crurales. Acabamos con la puesta del sol que es temprana por estar próximos al ecuador, y tras cambiarnos volvimos a casa de Tinu para cenar y comentar todo lo hecho ese día. Estábamos contentos de haber podido comenzar el mismo día de nuestra llegada, todo el grupo nos habíamos acoplado bien y fue muy fluido.
Los siguientes días se repitió la rutina, llegada a casa de Tinu para desayunar a las 7:15, el trayecto lo hacíamos con coche que nos recogía si había lluvias, torrenciales, o andando seguidos de 3 hombres de seguridad. Tinu había preferido contratarlos para que no hubiera ningún tipo de riesgos. Nosotros y yo personalmente que había estado más veces, no noté ningún cambio con respecto a las veces anteriores, me siguió pareciendo un área tranquila. Después nos dirigíamos a la clínica y visita a los pacientes que se habían quedado desde el día anterior, veíamos a los nuevos y organizábamos el parte quirúrgico a tres mesas, posible porque médicos de la clínica y de otros lugares estaban con nosotros ayudando y aprendiendo como usar las mallas para la corrección de las hernias. Todos prestaban gran atención y nos hacían preguntas tanto a los cirujanos como a los anestesistas y solicitaban poder hacer ellos alguna acción: anestesia epidural, hernioplastias, etc. Nos ayudaba Baba que era el que controlaba todo lo que pasaba en quirófano y fuera y 2 enfermeros jóvenes que eran muy trabajadores, Stephen y Manuel. Operamos una media de 13-15 pacientes al día, algunos con 2 procedimientos desde las 8:30-9 hasta las 6 de la tarde. Celia, nuestra enfermera, además de estar siempre con todo preparado para las 3 mesas quirúrgicas, organizó todo el material que estaba en el almacén del pabellón, desechando lo inútil y ordenando lo válido, ayudada por Miguel, uno de los anestesistas, de forma que el último día quedó todo perfectamente ordenado y clasificado para poder ser utilizado por personal local o de próximas campañas. Al acabar el trabajo, regresábamos a casa de Tinu que siempre estaba llena de gente que nos saludaba, y cenábamos, Tinu conectaba su wifi y todos podíamos conectarnos y comunicarnos con el exterior. Ya estaba oscuro, así que nos llevaban al hotel en coche y allí estábamos tomando alguna cerveza y comentando las actividades del día. Así pasaron los días hasta llegar al viernes, tocaba recogida y fotos de despedida. Por la mañana y tras el desayuno, recogimos los 2 generadores de bisturí eléctrico y el instrumental que llevamos, fueron útiles los separadores Roux o Farabeub y las pinzas de disección. Lo empaquetamos para traer de regreso. Después nos hicimos múltiples fotos con el personal de quirófano y los médicos que estuvieron con nosotros, y no faltó una foto de grupo con todo el personal de la cínica. Todos estábamos contentos por la experiencia vivida.
Ha sido una campaña muy fructífera, se operaron 68 pacientes con 80 procedimientos, todos en adultos, 69 hernias inguinales de diferentes tamaños, 4 hernias femorales, 3 hernias umbilicales, 1 hernia de Spigel, 1 adenopatía inguinal que se complicó con hematoma postoperatorio que se drenó a las 24 horas, 1 eventración media suprapúbica en que se produjo apertura mínima de vejiga que requirió sutura y sonda vesical durante 10 días.
Nos acompañaron, ayudaron y operaron médicos de la clínica y otros venidos de otros hospitales.
Del material que llevamos, se utilizaron todas las gasas y compresas, los campos quirúrgicos (paños y sábanas) y las batas, todos los terminales de bisturí eléctrico y parte de las mallas mosquiteras indias y comerciales. Quedó en los estantes bastante medicación anestésica, antibióticos, analgésicos, suturas, mallas mosquiteras india y algunas comerciales.
Esperemos que las campañas en la Awojobi Clinic Eruwa continúen en el tiempo y sirvan de homenaje al Dr. Oluyombo Awojobi que tanto trabajó, se entusiasmó, construyó y dio esperanza a los mas desfavorecidos enseñando que un trabajo en equipo por parte de todos hace posible que la salud de una zona puede mejorar con unos gastos asumibles por la comunidad. Gracias, Yombo.
Dra. Teresa Butrón