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05 September, 2015
Gatundu, Kenya ,

Campaña de Kenia en Gatundú

(5 a 19 de septiembre de 2015)

                  Perdimos un avión, pinchamos una rueda  y desaparecieron los flamencos del lago. Y sin embargo… Déjenme que les cuente

Iniciamos esta campaña, como ya es habitual, en la madrugada del día 5 de septiembre en el aeropuerto de Barajas. Allí nos reunimos el grupo de personas, seis en total, que partíamos hacia Nairobi vía Amsterdam. Ya nos conocíamos casi todos de la frustrante campaña que vivimos el año anterior en la India (ver memoria). Éramos (y seguimos siendo) tres cirujanos generales: Teresa (nuestra lideresa), David (co-leader), y Sebastián (al que no conocíamos ninguno y que venía de Mieres), una anestesista, la sin par Beatriz, una enfermera total, Nuria (mujer de David), y un internista o chiquito para todo,  Paco, es decir, yo. Sí, sí, no se me olvida que en el grupo faltaba un séptimo componente, Heura, la joven y alta cirujana de Barcelona que por motivos laborales tuvo que posponer su llegada una semana. Así que tras empaquetar los seis bolsones que llevábamos de material médico-quirúrgico, tomamos el avión con destino a Amsterdam, para desde allí empalmar el vuelo a Nairobi. Pero una maleta esquiva, según palabra del comandante, retardó su salida y la consiguiente  llegada al aeropuerto holandés, y, dado que el margen que teníamos era muy justito, a pesar de la maratón que hicimos por los corredores del aeropuerto, llegamos al embarque fuera de tiempo. Doce horas de espera y ocho de viaje en el siguiente avión de la Kenia Airways nos dejó al amanecer en el aeropuerto de la capital africana. Pasamos el control de la aduana sin más problemas, mostrando al gendarme la carta que levábamos del Director del Hospital y del Ministerio de Salud con la relación del material sanitario de nuestras flamantes y llamativas bolsas. Esperábamos que nos recogieran al llegar, cosa que sucedió pero con dos horas de retraso. Y fuimos al hotel que teníamos reservado en Ruiru, una pequeña población a media hora del Hospital de Gatundú. El   Rainbow Ruiru Rsort es un hotel de gran categoría, de acceso restringido y controlado, muy alejado del estándar que uno acostumbra a tener en estas misiones. Gran habitación individual, con cama amplia y mosquitera almidonada,  a modo de lecho nupcial, TV, wifi,  baño y agua de temperatura caprichosa  por la que tuvimos que pagar 4.400 “peladillas” (Shillings), unos 38 €, por día. El lugar fue elegido por la anterior expedición británica de la International Hernia Foundation (a la que está asociada nuestra Fundación) por ser el único alojamiento disponible en el entorno del hospital, del que dista una media hora en coche si te lleva Erik, el veloz conductor del Toyota Land Cruiser de que dispone el hospital para sus necesidades de transporte.

El día de la llegada fue a visitarnos al hotel el director del hospital, el Dr. Patrick Nyaga con atuendo dominguero y gorra de besibol acompañado de su hijo de 7 años. Nos saludó y mientras comimos con él en el comedor del lugar (se come fatal) nos explicó a grandes rasgos el plan de trabajo previsto en el hospital del distrito de Gatundú. Éste es un pequeño pueblecito con apenas un puñado de edificaciones precarias esparcidas a lo largo de la carretera que lo cruza, situado  a unos 70 Kms al norte de Nairobi y perteneciente a la provincia de Thika. El Hospital, al que llegamos a las 7 h de la mañana del día siguiente de nuestra llegada, es un obsoleto recinto de diseño británico con pabellones de una planta extendidos sobre una polvorienta y, sin embargo, cuidada área ajardinada que nos fue enseñado por la jefa de enfermería,  superintendente, y factótum del hospital,  la eficiente y muy simpática Betty. Conocimos las salas de hospitalización y nos llevó a nuestro lugar principal de trabajo, a nuestro teatro de operaciones, el quirófano único de que dispone el centro. Éste en un habitáculo precario y desvencijado del que tomamos posesión enseguida, colocando el material que llevábamos, añadiendo una segunda mesa de quirófano y comprobando el estado del quejumbroso respirador. Nos advirtieron que deberíamos compartirlo con las urgencias, principalmente con Ginecología (casi todos los días se realizaban 3 ó 4 cesáreas) por lo que añadía una limitación adicional a la de disponer de tan sólo un bisturí eléctrico. No obstante,  esas dificultades no impidieron que comenzáramos a operar a buen ritmo, dedicando todo el tiempo hábil posible, pues salíamos del hotel a las 6:30 h de la mañana, con los primeros rayos solares, y regresábamos entre las 20 y 22 h, en noche ya bien cerrada, pues los días por estos pagos se igualan en duración a las noches. Amanece rápido y anochece deprisa, como si el sol girara más rápido y les robara el tiempo a los enamorados en sus paseos de atardecer.

Operamos un total de 58 procedimientos, en 50 pacientes, 7 de los cuales fueron niños en edades entre 2 y 10 años. La mayoría fueron hernias inguinales y umbilicales, algunas voluminosas, y tuvimos varias eventraciones complicadas que requirieron intervenciones duraderas (alguna hasta de 4 horas). (Para más detalle consultar la base de datos en Excel adjunta, donde se explicitan todos los datos y tipo de cirugía practicada en cada paciente). Nos llevaban a la antesala del quirófano la comida, siempre la misma, consistente en unas cazoletas de aluminio abolladas y rellenas de arroz, engrudo de patata verde  y un guiso de carne vieja que, por cortesía y necesidad, ingeríamos disciplinadamente. Al inicio de la jornada y al final veíamos los enfermos a seleccionar para ser operados al día siguiente y a los intervenidos que necesitaron hospitalización, particularmente aquéllos que requirieron drenajes. Al irnos tuvimos que dejar ingresados todavía a dos o tres, aunque confiamos plenamente en el buen hacer de nuestros colegas locales que seguían las instrucciones aportadas.

Nos sentimos siempre muy bien acogidos y el personal médico fue muy colaborador. Es obligado destacar la entrega de las anestesistas Verónica y Jennifer que aguantaban las horas adicionales que les pedimos, superando con creces su jornada laboral, aportando su ayuda a nuestra Beatriz, que a mandos del halotano para la general y de la aguja fina para la espinal anestesió a todos los pacientes que operamos y ayudó en las urgencias. Nuestro cometido comprendía también una labor formativa para los estudiantes y médicos “internos” del hospital, por lo que participaron un ramillete de ellos ayudando en el quirófano y en la sala de hospitalización. Quiero destacar la tarea y el entusiasmo del joven cirujano Dr Abdirashid , persona muy valiosa con ansia de aprendizaje y superación que llegó a operar, bajo la supervisión directa de David, una hernia inguinal.  De la misma manera hay que agradecer en especial a la Dra Makena su colaboración con los pacientes ingresados y a Janet, la jefa de enfermería del quirófano, su paciencia y control. Teníamos también preparadas unas charlas o conferencias que no llegamos a dar por carencia de tiempo, pues, como he contado más arriba, la jornada asistencial nos ocupaba todo el día (y parte de la noche).

Este hospital ya caduco y herrumbroso tiene sus días contados, pues el gobierno de la China ha financiado la construcción de su sustituto, adyacente al viejo. Se trata de un edificio blanco de cuatro plantas que será inaugurado el próximo mes. Tuvimos la oportunidad y el privilegio de visitarlo, ya que ninguno de los médicos a los que consultamos lo conocían por dentro. Nos lo enseñó Betty,  y tuvimos que entrar por una puerta lateral de acceso, cerrada a cal y canto y custodiada por personal chino que es el único existente en el lugar. Se trata de un recinto con todos los adelantos actuales, al parecer copia de un ejemplar cantonés. Los quirófanos impecables y computarizados, el cambio a un gas menos tóxico como el isofluorano para la inducción anestésica, la sala de partos, la UVI con 14  camas y dos de aislamiento, los ascensores memorizados,  y, en general,  todos los materiales empleados nos hacía remontar el vuelo hacia la modernidad. Nos llamó la atención que todos los letreros indicadores estuvieran escritos en caracteres chinos de grandes dimensiones con un subtítulo en inglés. (Desgraciadamente se ha olvidado el swahili, la lengua natal del país y que habla toda la población. Curiosamente el swahili tiene las mismas vocales que el español y se pronuncia de la misma manera. Eso es de particular significado pues hace que todos los nativos que comparten el inglés como lengua oficial, la comiencen a aprender en la escuela, por lo que su pronunciación es muy parecida a la de un español cuando chapurrea la lengua de lord Byron, lo que nos ha facilitado el entendimiento). Por lo tanto, las próximas campañas que se desarrollen en Gatundú van a disponer de unas excelentes instalaciones en el nuevo hospital.

También hemos tenido tiempo para el esparcimiento durante los fines de semana, y los aprovechamos para contratar dos excursiones, muy caras por estar en temporada alta, y que nos obligaron a dilapidar nuestra paga extra de verano. Pero, ¿quién no va a ir a ver los animales salvajes estando en Kenia? Venir aquí y no ver sus Reservas es como irse de Madrid sin conocer el Museo del Prado. El primer sábado fuimos al lago Nakuro, famoso porque otrora anidaban cientos de miles de flamencos y pelícanos que abarrotaban sus aguas y praderas colindantes, como un manto de plumas infinito, como un cuadro de Rotko, y que cuando, juntos, alzaban el vuelo te sentías en un mundo irreal, mágico, como debajo de un paraguas rosa de Mary Poppins. Un espectáculo único, inigualable, que este escribiente disfrutó hace ya muchos años y que lamenta que los compañeros de esta campaña no lo hayan podido compartir. Ya no hay flamencos. Han huido a buscar aguas más benignas donde gozar en otros lagos del norte. A cambio, Kamunge, nuestro guía y temerario conductor del gripado todoterreno,  se esforzó por encontrarnos dos rinocerontes, una leona y un puñado de otros animales. El plato fuerte quedaba reservado para el final, cuando terminado el trabajo visitamos la Reserva Masai-Mara. Tras unas 7 horas de viaje, incluido el tiempo requerido para la sustitución de la rueda que el traqueteo de la carretera de barro y canto reventó, llegamos al hotel Sarova  Mara Game Camp, emplazado dentro del espacio de la reserva. Un hotel de lujo con bungalows como tiendas de campaña que imitaban los aposentos que la imaginación del turista tiene de Mogambo o de Memorias de África, junto a un pequeño arroyuelo y una extensa pradera. Pasamos dos días y medio de safari recorriendo a lomos de un gigantesco Land Cruiser los intrincados caminos de la sabana africana hasta los confines de Tanzania, cuyo territorio penetramos por mor de la foto turística. Avistamos guepardos adormecidos, topics, rebaños de búbafos y ñus, jirafas, elefantes, impalas, monos, gacelas, hipopótamos en el río Mara… y asistimos al festín de una familia de leones devorando hasta las fascias al incauto venado que cayó entre sus garras, mientras los buitres comenzaban a merodear con sempiterna paciencia y vuelo temible, esperando la saciedad de los felinos para rematar a la víctima.

Así dejamos un país al que queda uno amarrado por la atmósfera de su paisaje y la  sensualidad, bonanza y hospitalidad de sus gentes. Kenia es una nación de grandes contrastes, como caracteriza a las que denominamos tercer mundo, donde convive la modernidad y lo tribal, la inteligencia y el desarrollo con la torpeza, la desgana y la miseria.

Hemos tenido una campaña que juzgamos fructífera, con un número aceptable de intervenciones en pacientes a los que hemos podido ayudar, con unos gramos de docencia que hemos podido transmitir y con unas vivencias que jamás podremos olvidar. Y hemos tenido una armonía en el equipo que merece ser resaltada. Cirujanos en Acción en una ONG de brillante presente y mejor futuro, liderada por una infatigable y abnegada presidenta y por un equipo directivo o patronato ejemplar.

Nuestro adiós no puede ser otro que la canción que aprendimos en swahili y que mil vez cantamos, mil.

Jambo, jambo bwana,

Habari gani,

Mzuri sana.

Wageni,

Mwakari- bishwa,

Kenia yetu

Hakuna Matata

Hakuna Matata

CIRUJANOS EN ACCIÓN….¡HAKUNA MATATÁ!

( Para escucharla ir a You Tube y buscar : “jambo bwana”)

Nota:  Tomamos Malarone como profilaxis de la malaria, pero no había muchos mosquitos…sólo en el Masai Mara, pero creo que todos fueron fumigados con el quintal de permetrina que pulverizamos)

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